En Roma también la cocina es un arte: recetas tradicionales, street food y, naturalmente, pizza.
Si cuando visitas Roma despuès de, incansablemente, visitar los museos y obras de arte que hay por doquier, desde Piazza Spagna hasta el Tevere, pasando por el Coliseo, la Fontana di Trevi, Piazza Navona, Castel Sant’Angelo, el Pantheon y por supuesto Ciudad del Vaticano, tienes todavía hambre (real), prueba los dulces romanos típicos, que se siguen ofreciendo, junto con los postres más famosos de la producción nacional e internacional, como Montblanc y profiteroles, en muchas pastelerías de la ciudad.
En línea con la tradición culinaria, también los dulces en Roma son sencillos, preparados en familia para celebrar las fiestas religiosas o las ocasiones especiales.
Los maritozzi, suaves y golosos bollos dulces rellenos de nata montada, se sirven a la hora del desayuno en cada bar de la Capital y alrededores. A menudo, la masa se enriquece con piñones, pasas y cáscara de naranja confitada. Una vez cocidos, estos bollos suaves se cubren de un dulce almíbar de agua y azúcar y se rellenan sólo a la hora de comerlos. El nombre maritozzo recuerda la costumbre de ofrecer este dulce durante las épocas de bodas.
Las novias que recibían el dulce apodaban maritozzi a los donantes, probablemente próximos maridos. También es delicioso el bignè di San Giuseppe, frito y relleno de crema. Se vende en todas las épocas del año, pero, según la tradición, debe prepararse en marzo, el mes dedicado al santo. Y también las castagnole, éstas también estrictamente a la ‘romana’, y las frappe, especialidad del carnaval. Una curiosidad: el Carnaval romano era una de las principales celebraciones de la Roma papal y tenía lugar durante la época del año anterior a la Cuaresma. Su origen se remonta a los saturnales, fiestas religiosas de la antigua Roma caracterizados por diversiones públicas, ritos orgiásticos, sacrificios, danzas y la presencia de máscaras. Las celebraciones terminan con la Festa dei moccoletti: todos los participantes llevaban un moccolo, es decir, una vela, que al final se apagaba. Esto indicaba el paso a la Cuaresma, época de penitencia y de ayuno.
También pertenece a la tradición confitera romana la crostata con le visciole (tarta con guindas), calidad de cerezas de color rojo oscuro y de sabor amargo con las que se preparan mermeladas insuperables; el campo romano está lleno de estos cerezos.
Otro ingrediente clave de los dulces romanos es el requesón de oveja, que puede aparecer solo, simplemente con azúcar, licor, chocolate y naranja confitada, un postre refinado, pero la lista de tentaciones también incluye: requesón frito, requesón sazonado, pudin de requesón, bocconotti rellenos y tarta de requesón y guindas, insuperable la que se prepara en el Pórtico de Octavia.
En la época navideña hay que probar el pangiallo, con cáscaras de cidra y naranja confitadas, piñones y almendras, y el panpepato, con miel, especias, nueces, almendras, piñones y canela. Dulces ‘contundentes’ para mordisquear, quizás durante un paseo junto al río. El postre pascual por excelencia es la pizza ricresciuta, también llamada pizza dulce, un pan grueso dulce y perfumado, aromatizado con canela y anís. Por último, destacan los mostaccioli con frutos secos, fruta confitada y miel o, mejor aún, un delicioso helado: de vainilla, menta, chocolate, crema o fresa.
La grattachecca es una invención típicamente romana de finales del siglo XIX, que pronto se convirtió en comida de la calle. Se sirve en pequeños quioscos distribuidos por toda la ciudad, pero son especialmente típicos los míticos quioscos a lo largo del Tíber. En la época de los emperadores ya se servían mezclas de nieve o hielo con frutas en los banquetes como una refinada diversión, costumbre recuperada luego en el Renacimiento, cuando el “comer frío” conquistó, gracias a Catalina de Médici, la Corte de Francia. El nombre grattachecca deriva de la forma en que se prepara: el hielo se raspa de un gran bloque, llamado checca, con una herramienta especial y luego se añade zumo o jarabe de frutas.
La cultura gastronómica romana (e Italiana) es una auténtica maravilla. Imperdible, aunque para mucho el tiempo que les dejan en las visitas organizadas les impide ver más allá del arte callejero.
ResponderBorrarCocina de Emergencia!
La cucina y el arte culinaria en general en Italia es propio eso: un arte. Por la fantasia de los platos y el amor que ponen en confeccionarlos. Por ejemplo si un italiano te explica que ha comido en el restaurante lo harà con lujos de detalles (no ostentosos) con una descripcion pormenorizada de los ingredientes. Hay que vivir en Italia para entenderlo. Uno de los libros más antiguos sobre recetas de cocina elaboradas profesionalmente es italiano: l'Arte di Mangiar Bene de Pellegrino Artusi. Lo tengo en mi biblioteca. Gracias por comentar.
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