Cada vez que un familiar cumpleaños, me hacen pedidos especiales para sus tortas o postres. Lo que me estoy dando cuenta es que, a medida que me especializo más, ellos se ponen más creativos con sus pedidos. Tampoco me molesta, me encanta la pastelería y más si lo que hago hace feliz a los demás. Llegó el cumpleaños de mi hermano y me había pedido un mousse de fresas que la experiencia al comerlo fuera como comer fresas con leche condensada y que estuviera decorado con fresas y chocolate blanco. Aparte, también mi hermano quería un quesillo y, en un cumpleaños venezolano, el quesillo no puede faltar.
Hay diferentes formas de preparar una mousse, yo opté por usar crema de leche y gelatina. Monte la crema de leche, agregué un concentrado de fresas que hice al cocinar fresas con algo de azúcar, como si se tratase de una mermelada. Al unir todos estos ingredientes, se obtiene una crema con un sabor fuerte a fresas y una textura bastante agradable. La gelatina ayuda a que la crema se estabilice y al final se logra tener un postre con suficiente cuerpo.
Como mi hermano quería la experiencia de comer fresas con leche condensada, le coloqué una capa de leche condensada arriba de la crema de fresas. Lo que hice fue colocar un poco de gelatina sin sabor a la leche condensada y de esa manera se lograra una capa estable, pero que mantuviera el sabor característico de la leche condensada y lo dulce, para hacer contraste con la crema de fresas que tenía cierto grado de acidez
Para decorar, nada mejor que colocar muchas fresas frescas, sin ningún tipo de gel ni colorante, fresas al natural. Mi idea es que cada comensal se llevará la experiencia de comer fruta fresca con los sabores del mousse y la capa de leche condensada. También la fruta fresca, en este caso fresas, potencia el sabor de fresas del mousse. Ya para coronar el postre, coloqué unas figuras de chocolate blanco, para agregar altura y sobre todo un aroma a chocolate que se combina muy bien con las fresas.
Todos quedaron contentos, disfrutaron del postre que no fue excesivamente dulce. Yo me concentré en que el postre fuera más ácido, pensando también en el quesillo, que sí o sí es superdulce, y la idea era que todo combinará lo mejor posible y se lograra una armonía de sabores entre ambas preparaciones. Si todo es mucho de un sabor, las personas suelen dejar para después el postre o lo piden para llevar. Esas son dos señales de que los comensales ya están saturados de comer dulce.
Yo quedé contento con el resultado, siempre pensando en qué cosas mejorar, porque soy mi mayor crítico y es una forma de impulsarme a mí mismo, a superarme y seguir creciendo como profesional. Mi hermano fue consentido en su día, y yo agradecido porque ese día me sentía suficientemente bien para poder cocinar y celebrar el cumpleaños. Déjame saber en los comentarios si has comido mousse de fresas y cuál ha sido tu experiencia
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