La
difusión del chocolate a lo largo de diversos países europeos hace que posteriormente se disperse a diversos países y zonas de la tierra.
No obstante es bien sabido que en la mayoría de los países donde se divulga su existencia, el chocolate es entendido como una bebida, reservada tan solo a ciertas clases privilegiadas.
A mediados del siglo XIX el chocolate se solifica ofreciendo un aspecto nuevo, esta invención es oportuna ya que el surgimiento y creciente popularidad de otras bebidas comienza a rivalizar con el chocolate caliente.
Tal es el caso de una bebida que se hace muy popular en Europa:
el café.
Lo cierto es que la difusión del chocolate hizo que se disparara la demanda mundial de otro producto, el
azúcar de caña.
Este producto empezó a cultivarse en muchos lugares, y empezó a ser un bien de comercio a partir del siglo XVII. La producción de azúcar tuvo mayores demandas debido a la introducción del café y del té en las costumbres europeas.
En China llega el chocolate a comienzos del siglo XVII gracias a la transmisión de los misioneros cristianos: jesuitas y franciscanos españoles. La introducción comercial a China en gran escala se realiza vía las rutas comerciales (como la Ruta de la seda) y por los grandes puertos de Asia (a través de Filipinas). La incorporación del chocolate a las costumbres culinarias del Japón es posterior, y data de finales del siglo XIX.
Leer también: Los postres han sido siempre el broche de oro de una comida.
La producción de cacao en el mundo está dominada por los países productores de
África Occidental (principalmente
Costa de Marfil y Ghana) logrando alcanzar casi un 70% de la producción mundial.
Hasta la década de años treinta su poder se vio sólo amenazado por Brasil.
Es en los años ochenta cuando los países como
Malasia e Indonesia apararecen como productores.
Europa aparece como uno de los mayores consumidores de chocolate, tanto en proporción como en razón per cápita.
Ingredientes: (para unos 500 ml)
250 g de avellana
120 g de azúcar glas
30 g de leche en polvo
20 g de cacao en polvo
1 g de sal
1 vaina de vainilla
60 g de aceite de avellana
150 g de chocolate con leche
Preparación:
- Lo primero que debes hacer es tostar las avellanas en el horno a 150°C durante 15 minutos.
- Cuando estén tostadas, debes dejarlas enfriar antes de llevar a cabo el siguiente paso.
- En un robot de cocina, tritura las avellanas tostadas hasta obtener una pasta.
- Consejo: no deben estar completamente trituradas, deben quedar pequeños trozos de fruto seco.
- Abre la vaina de vainilla y extrae las semillas de su interior.
- Añade a la pasta de avellanas el azúcar glas, la leche en polvo, el cacao, la sal, la vainilla, y continúa triturando hasta obtener una textura uniforme.
- Funde el chocolate con leche a baño maría, vigilando que no se queme.
- Añádelo a la mezcla anterior y, por último, incorpora el aceite de avellanas.
- Obtendrás una crema líquida.
- Rellena los recipientes y guárdalos en la nevera al menos dos horas para conseguir una textura más consistente.
- Para evitar que la crema se vuelva líquida de nuevo, consérvala en un lugar a menos de 18°C.